sábado, 7 de febrero de 2009

Las 48 leyes del poder

Las 48 leyes del poder, escritas por Robert Greene y Joost Elffers, demuestran cómo han manejado el poder los distintos gobernantes en las diferentes etapas históricas, cómo lo han conservado y cómo lo han perdido. La aplicación de estas leyes en todos los tiempos, y dependiendo de quien las aplique, han sido un éxito o un fracaso. Se considera que éstas deben ser estudiadas y complementadas con la experiencia de cada uno de ustedes y sobre todo con el deseo de entenderlas y proponer o formular las que correspondan a nuestra realidad para no seguir por la senda del dogmatismo, sectarismo y autoritarismo que nos ha caracterizado y que en la práctica se ha traducido en beneficios para la oligarquía y el imperialismo y en una consecuente pérdida o derrota para nuestro pueblo.

Aquí les dejo un breve resumen del libro.

Prefacio

La sensación de no tener poder sobre la gente y los eventos es algo que generalmente nos resulta insoportable —cuando nos sentimos desvalidos nos sentimos miserables. Nadie quiere menos poder; todo el mundo quiere más. Sin embargo, en el mundo actual, el parecer ávido y sediento de poder es peligroso, el ser evidente en tu lucha por el poder. Tenemos que parecer honestos y decentes. Por lo tanto, necesitamos ser sutiles —congeniales pero astutos, democráticos pero tortuosos.

Este juego de duplicidad constante se asemeja a la dinámica de poder que existía en el mundo de las antiguas cortes aristocráticas. A lo largo de la historia, siempre se formaba una corte alrededor de la persona que detentaba el poder —rey, reina, emperador, líder. Los cortesanos que llenaban esta corte estaban en una posición especialmente delicada: Tenían que servir a sus amos, pero si parecían adular, si se congraciaban de manera demasiado obvia, los otros cortesanos lo notarían y actuarían en su contra. Luego, los intentos de ganarse el favor del amo tenían que ser sutiles. Y aún hasta los más hábiles cortesanos que eran capaces de tales sutilezas tenían que protegerse a sí mismos de sus compañeros, quienes en todo momento estaban intrigando para hacerlos a un lado.

Mientras tanto, se suponía que la corte representaba el cúlmen del refinamiento y la civilización. La lucha abierta por el poder era vista con malos ojos; los cortesanos trabajarían silenciosamente y en secreto contra cualquiera entre ellos que usase la fuerza. Tal era el dilema de la corte: Mientras parecían ser el parangón de la elegancia, tenían que superar y aplastar a sus enemigos de la manera más sutil posible. El cortesano exitoso aprendía con el tiempo a hacer indirectos todos sus movimientos; si apuñalaba a alguien por la espalda, era con un guante de terciopelo en su mano y en su rostro la más dulce de las sonrisas. En lugar de utilzar la coherción o la traición descarada, el cortesano perfecto se abría paso por medio de la seducción, el encanto, el engaño, y la estrategia sutil, planeando siempre, con mucha anticipación, todos sus movimientos. La vida en la corte era un juego sin fin que requería vigilancia constante y pensamiento táctico. Era una guerra civilizada.

Hoy en día encaramos una paradoja peculiarmente similar a la del cortesano: Todo debe parecer civilizado, decente, democrático, y limpio. Pero si jugamos según esas reglas, muy estrictamente, si las tomamos muy al pie de la letra, seremos aplastados por quienes nos rodean, que no serán tan tontos. Como escribió el gran diplomático y cortesano Nicolás Maquiavelo, "Cualquier hombre que intente ser bueno todo el tiempo, entre la mayoría de quienes no lo son, está condenado a la ruina." La corte creía ser el cúlmen del refinamiento y la honestidad, pero debajo de su deslumbrante superficie hervía un caldero de emociones oscuras —codicia, envidia, lujuria, odio. Hoy en día, de manera similar, nuestro mundo cree ser el pináculo del refinamiento y la honestidad, y sin embargo las mismas emociones siguen con nosotros, como siempre lo han hecho. El juego es el mismo. Por fuera, debes parecer alguien que respetas las delicadezas, pero por dentro, a menos que seas un tonto, aprendes rápidamente a ser prudente, y hacer como aconsejaba Napoleón. Coloca tu mano de hierro en un guante de terciopelo. Si, como en los días pasados de las cortes, puedes dominar el arte de ser indirecto, aprendiendo a seducir, encantar, engañar, y maniobrar sutilmente para superar a tus oponentes, alcanzarás las cumbres del poder. Serás capaz de hacer que la gente se incline a tus deseos sin darse cuenta de lo que has hecho. Y si no se dan cuenta de lo que hayas hecho, no te guardarán rencor, ni te opondrán resistencia.

Para algunas personas, la idea de ejercer concientemente juegos de poder —sin importar cuan indirectamente lo hagan— parece malvada, asocial, o en el mejor de los casos, una reliquia del pasado. Creen que pueden escapar de dichos juegos comportándose de formas que no tengan nada que ver con poder. Debes cuidarte de tales personas, ya que mientras expresan abiertamente semejantes opiniones, casi siempre se cuentan entre los más adeptos jugadores de poder. Utilizan estrategias que disfrazan astutamente la naturaleza de la manipulación que conllevan. Por ejemplo, esta clase de personas suelen presentar su debilidad y falta de poder como si fuese algún tipo de virtud moral. Pero la verdadera falta de poder, sin motivo de interés personal, no hace publicidad de su debilidad para ganar compasión, simpatía o respeto. Demostrar abiertamente la propia debilidad es de hecho una estrategia muy efectiva, sutil y engañosa, en el Juego del Poder.

Otra estrategia bastante utilizada por este tipo de personas es la de exigir igualdad en todos los aspectos de la vida. Todos deben ser tratados por igual, sin importar su estatus o su fuerza. Pero si, para evitar la mácula del poder, intentas tratar a todos por igual y de una manera justa, tendrás un problema: verás que algunas personas hacen ciertas cosas mejor que otras. El tratar a todos por igual implica ignorar sus diferencias, elevando a los menos hábiles y suprimiendo a quienes sobresalen. Una vez más, muchos de quienes se comportan de esa manera despliegan otra estrategia de poder, redistribuyendo las recompensas de otros a quienes ellos determinen.

Otra manera de evitar el juego sería la franqueza y honestidad perfectas, ya que una de las técnicas principales de quienes buscan poder es el secreto y el engaño. Pero el ser perfectamente honesto herirá e insultará —inevitablemente— a muchas personas que pueden serte valiosas, algunas de las cuales se inclinarán por devolverte el daño. Nadie verá tu honestidad como algo objetivo y libre de motivaciones personales. Y tendrán razón: En realidad el utilizar la honestidad es de hecho una estrategia de poder, que se utiliza para convencer a la gente del carácter noble, desprendido y de buen corazón que uno tiene. Es una forma de persuasión, y hasta una forma sutil de coerción.

Finalmente, quienes digan no interesarse por semejantes intrigas pueden afectar un aire de ingenuidad, para protegerse de la acusación de que están tras el poder.. Una vez más, estad atentos, ya que la apariencia de ingenuidad puede ser un medio efectivo de engaño. Incluso la ingenuidad verdadera no está libre de las trampas del poder. Los niños pueden ser ingenuos de muchas formas, pero suelen actuar así debido a una necesidad elemental de ganar control sobre quienes los rodean. Los niños sufren mucho si se sienten impotentes en el mundo adulto, y utilizan cualquier medio que esté a su alcance para salirse con la suya. La gente verdaderamente ingenua puede jugar al juego del poder, y suelen ser horriblemente efectivos en dicho juego, ya que no se hallan obstaculizados por la reticencia de otros. Una vez más, quienes dan grandes muestras de inocencia son los menos inocentes de todos.

Puedes reconocer estos "no jugadores" por la manera como ventilan sus cualidades morales, su piedad, su exquisito sentido de la justicia. Pero como todos nosotros estamos hambrientos de poder, y casi todas nuestras acciones están dirigidas a conseguirlo, lo que hacen éstos los "no jugadores" es tirarnos arena a los ojos, distrayéndonos de sus juegos de poder con su aire de superioridad moral. Si los observas de cerca, verás que suelen ser los más hábiles en el arte de la manipulación indirecta, aún si algunos de ellos lo practican inconscientemente. Y resienten cualquier publicidad que se haga de las tácticas que utilizan a diario.

Si el mundo es como una corte gigantesca y estamos atrapados dentro de ella, de nada sirve tratar de salirse del juego. Lo único que lograrás con eso será quedar impotente, y dicha impotecia te hará miserable. En lugar de luchar contra lo inevitable, en lugar de discutir y quejarte y sentirte culpable, resulta mucho mejor sobresalir en el juego, y ganar poder. De hecho, mientras mejor seas en el juego del poder, mejor amigo, amante, esposo, esposa, persona te harás. Siguiendo el camino del cortesano perfecto, aprenderás a hacer que otros se sientan mejor acerca de sí mismos, convirtiéndote así en fuente de placer para ellos. Se harán cada vez más dependientes de tus habilidades y deseosos de tu presencia. Al dominar las 48 leyes del poder, le ahorrarás a otros la molestia y el dolor causados por chapotear con el poder —jugando con fuego sin conocer sus propiedades. Si el juego de poder es inevitable, es mejor ser un artista que un negador o un chapucero..

Para aprender el juego del poder es necesaria cierta visión del mundo, un cambio de perspectiva. Se requiere esfuerzo y años de práctica, ya que es probable que muchos aspectos del juego no llegan de manera natural. También necesitarás ciertas habilidades básicas, y una vez que domines estas habilidades serás capaz de aplicar las leyes del poder de una manera más fácil. La más importante de estas habilidades, y uno de los fundamentos básicos del poder, es la capacidad de controlar tus emociones. Una respuesta emocional a una situación es la barrera más grande para alcanzar el poder, un error que puede costarte mucho más que cualquier satisfacción temporal que puedas obtener expresando tus emociones. Las emociones nublan la razón, y si no puedes ver la situación con claridad no podrás prepararte ni responder a ella con algún grado de control. La ira es la respuesta emocional más destructiva, ya que es la que más nubla tu percepción de las cosas. También tiene un efecto distorsionante que invariablemente hace menos controlables las situaciones y aumenta la resolución de tu enemigo. Si intentas destruir un enemigo que te ha hecho daño, es mejor mantenerlo fuera de guardia fingiendo amistad que mostrar tu ira.

El amor y el afecto son potencialmente destructivos, ya que te ciegan a los intereses egoístas frecuentes de quienes menos sospechas que juegan un juego de poder. No puedes reprimir la ira ni el amor, o evitar sentirlos, y no deberías intentarlo. Pero deberías ser cuidadoso sobre cómo expresarlos, y lo más importante, nunca deberían influenciar de ninguna manera tus planes y estrategias.

Algo relacionado al control de tus emociones es la capacidad de alejarte del momento presente y pensar objetivamente sobre el pasado y el futuro. Como Jano, la deidad romana de dos rostros y guardián de todas las puertas y entradas, debes ser capaz de mirar al mismo tiempo en ambas direcciones, para enfrentar mejor el peligro, de donde quiera que éste venga. Tal es el rostro que debes crear para tí mismo —un rostro mirando continuamente al futuro y la otra al pasado.

Para el futuro, el lema será "Que no pase un día sin estar alerta". Nada debería tomarte por sorpresa por estar imaginando constantemente problemas antes que éstos aparezcan. En lugar de desperdiciar tu tiempo soñando con el final feliz de tu plan, debes obrar calculando toda permutación y vacíos posibles que puedan emerger. Mientras más lejos veas, más pasos adelantarás tu plan, y más poderoso te volverás.

El otro rostro de Jano mira constantemente al pasado —aunque no para recordar heridas pasadas o guardar rencores. Eso sólo debilitaría tu poder. La mitad del juego es aprender cómo olvidar aquellos eventos del pasado que te devoran y nublan tu razón. El verdadero propósito de la mirada retrospectiva es el educarte constantemente —miras al pasado para aprender de quienes estaban antes que tú. (el estudio de la Historia te será de gran ayuda en este proceso). Luego, habiendo mirado al pasado, observas más de cerca tus propias acciones y las de tus amigos. Ésta es la escuela más vital de la que puedas aprender, ya que aprendes de tu experiencia personal.

Comienzas examinando los errores que has cometido en el pasado, los que más tropiezos y retrocesos te hayan causado. Los analizas bajo los términos de las 48 Leyes del Poder, y de ellos extraes una lección y un juramento: "Nunca repetiré tal error; nunca caeré en esa trampa de nuevo". Si de ésta manera puedes evaluarte y observarte a tí mismo, puedes aprender a romper los patrones del apsado —una habilidad invaluable..

El poder requiere la habilidad de jugar con las apariencias. Para este fin debes aprender a usar nmuchas máscaras y mantener una bolsa llena de trucos engañosos. El engaño y el disfraz no deben ser vistos como algo feo e inmoral. Toda interacción humana requiere del engaño en muchos niveles, y lo que a veces separa a los humanos de los animales —muchas veces— es nuestra habilidad de mentir y engañar. En los Mitos Greigos, en el ciclo Hindú del Mahabarata, en la saga Sumeria de Gilgamesh, el utilizar las artes de engaño es privilegio de los dioses; un gran hombre, Odiseo por ejemplo, fue juzgado por su habilidad para rivalizar en astucia con los dioses, robando algo de su poder divino engañándolos con su sagacidad y engaños. El engaño es un arte avanzado de la civilización y el arma más potente en el juego del poder.

No podrás tener éxito en el arte del engaño a menos que hagas una aproximación distanciada de tí mismo —a menos que puedas ser muchas personas a la vez, usando la máscara ecesaria para el día y momento apropiados. Con una aproximación tan flexible a toda apariencia, incluyendo la tuya propia, pierdes mucho de la dureza interior que ... Haz que tu rostro sea tan maleable como el de un actor, trabaja para ocultar los demás tus propias intenciones, practica el arte de atraer a las personas a tus trampas. El jugar con las apariencias y el dominio del arte del engaño se cuentan entre los placeres estéticos de la vida. También son componentes clave para la adquisición de poder.

Si el engaño es el arma más potente de tu arsenal, entonces la paciencia es tu escudo más crucial. La paciencia evitará que hagas metidas de pata estúpidas. La paciencia, al igual que el dominio de tus emociones, es una habilidad —no es algo innato. Pero nada del poder es natural, el poder está mas cerca a la divinidad que cualquier otra cosa en el mundo natural. Y la paciencia es la virtud suprema de los dioses, quienes lo único que disponen es del tiempo. Todo lo bueno pasará —si le das tiempo y te adelantas varios pasos en el futuro, la hierba vovlerá a crecer. En cambio, la impaciencia sólo te hace ver débil. Es el impedimento principal de poder.

El poder es esencialmente amoral y una de las habilidades más importantes que has de adquirir es la capacidad de ver las circunstancias mucho más allá de buenas o malas. El poder es un juego —ésto no puede repetirse demasiado— y en los juegos no juzgas a tus oponentes por sus intenciones sino por el efecto que tienen sus acciones. Calculas su estrategia y su poder por lo que puedes ver y sentir. Cuan a menudo se hace que las intenciones de alguien se vuelven el meollo del asunto sólo para confundir y engañar! ¿Qué importa si otro jugador, tu amigo o rival, tenía buenas intenciones y solo pensaba en tus intereses, si los efectos de su acción pueden ser tu ruina y confusión? Es natural que la gente cubra sus acciones con todo tipo de justificaciones, siempre suponiendo que han actuado para bien. Debes aprender a reir por dentro cada vez que escuches a alguien decir esto y procurar jamás ser atrapado midiendo las intenciones y acciones de otros con un grupo de juicios morales cuando en realidad son una excusa para la acumulación de poder

Es un juego. Tu oponente se sienta al otro lado. Ambos se comportan como damas o caballeros, observando las reglas del juego y no toman nada personalmente. Juegas con tu estrategia y observas los movimientos de tu oponente con tanta calma como puedas reunir. Al final, apreciarás la gentileza de quienes juegan con mucho más que sus buenas y dulces intenciones. Entrena tu ojo para seguir los resultados de sus movimientos, las circunstancias externas, y no te dejes distraer por otra cosa.

La mitad de tu dominio de poder viene de lo que no hagas, aquelo a lo que no te dejes arrastrar. Para esta habilidad debes aprender a juzgar las cosas por lo que te cuestan. Como escribió Nietzsche: "A veces, el valor de una cosa no está en lo que uno consigue con ella, sino en lo que uno paga por ella —lo que nos cuesta." Tal vez alcances tu meta, y puede que sea una meta valiosa, pero ¿a qué precio? Aplica este parámetro a todo, ya sea incuyendo el colaborar con otros o llegar en su ayuda. Al final, la vida es corta, las oportunidades son pocas, y lo único que tienes es mucha energía para utilizar. Y en este sentido el tiempo es un factor tan importante como cualquier otro. Nunca desperdicies un tiempo valioso, o tu paz mental, en los asuntos de otros —ese es un precio muy alto para pagar.

El poder es un juego social. Para aprenderlo y dominarlo, debes desarrollar la capacidad de estudiar y entender a las personas. Como escribió el pensador y cortesano del s. XVII Baltasar Gracián: "Muchas personas gastan su tiempo estudiando las propiedades de las plantas o animales; cuanto más importante sería estudiar las propiedades de las personas, con las cuales uno debe vivir o morir!" Para ser un jugador experto debes ser un psicólogo experto. Debes reconocer las motivaciones y ver a tarvés de la nube de polvo con la que cada persona envuelve sus acciones. La comprensión de los motivos ocultos de las personas es el conocimiento más valioso que puedas tener para adquirir poder. Abre posibilidades infinitas de engaño, seducción y manipulación.

Las personas son de una complejidad infinita y puedes pasarte toda una vida observándolos sin llegar a entenderlos totalmente. Luego es mucho más importante comenzar con tu educación ahora mismo. Al hacerlo, debes tener en mente un principio básico: Nunca discrimines a quién vas a estudiar y en quién has de confiar. Nunca confíes en alguien por completo y estudia a todo el mundo, incluyendo a tus amigos y seres queridos.

Finalmente, debes aprender a tomar siempre el camino menos directo al poder. Disfraza tu astucia. Como una bola de billar que gira varias veces antes de alcanzar su objetivo, tus movimientos deben ser planeados y desarrollados de la manera menos obvia. El entrenarte a tí mismo para ser indirecto, puedes prosperar en la corte moderna, apareciendo como el parangón de la decencia a la vez que eres un manipulador consumado.

Ley Nº 1- Nunca le haga sombra a su amo
Esfuércese siempre por lograr que quienes están jerárquicamente por encima de usted se sientan cómodos con su sensación de superioridad. No permita que sus deseos de complacerlos o impresionarlos lo induzcan a hacer ostentación de sus talentos y de su capacidad, ya que ello podrá generar un efecto opuesto al deseado, es decir, inspirar temor e inseguridad en sus superiores. Hágalos aparecer siempre más brillantes de lo que en realidad son... y accederá a la cumbre del poder.

Ley Nº 2- Nunca confíe demasiado en sus amigos; aprenda a utilizar a sus enemigos
Desconfíe de los amigos; suelen ser los primeros en traicionarlo, ya que caen fácilmente presa de la envidia. También suelen convertirse en irrespetuosos y tiranos. En cambio, emplee a quien haya sido su enemigo, y le será más leal que un amigo, ya que deberá hacer mayores esfuerzos por demostrar su adhesión. Lo cierto es que usted debe temer más a sus amigos que a sus enemigos. Si no tiene enemigos, busque la forma de creárselos.

Ley Nº 3- Disimule sus intenciones
Desconcierte a la gente y manténgala en la mayor ignorancia posible, sin revelar nunca el propósito de sus acciones. Si no tienen la menor idea de qué es lo que usted quiere lograr, les resultará imposible preparar una defensa. Condúzcalos por el camino de las falsas suposiciones, envuélvalos en una nube de humo y verá que, cuando al fin caigan en la cuenta de las verdaderas intenciones de usted, ya será tarde para ellos.

Ley Nº 4- Diga siempre menos de lo necesario
Cuando intente impresionar a la gente con palabras, tenga en cuenta que cuanto más diga tanto más vulnerable será y tanto menor control de la situación tendrá. Incluso cuando lo que diga sea sólo banalidad, parecerá una idea original si la plantea en forma vaga, abierta y enigmática. Las personas poderosas impresionan e intimidan por su parquedad. Cuanto más hable, mayor será el riesgo de decir alguna tontería.

Ley Nº 5- Casi todo depende de su prestigio; defiéndalo a muerte
Su renombre y su prestigio constituyen la piedra angular del poder. Basta el prestigio para intimidar y ganar. Sin embargo, una vez que decae, usted se tornará vulnerable y será atacado por todos los flancos. Convierta su prestigio en una fortaleza inexpugnable. Manténgase alerta frente a cualquier tipo de ataques potenciales y desbarátelos antes de que se produzcan. Al mismo tiempo, aprenda a destruir a sus enemigos abriendo brechas en la reputación de ellos. Luego dé un paso al costado y deje que la opinión pública lo crucifique.

Ley Nº 6- Busque llamar la atención a cualquier precio
Todo es juzgado por su apariencia; lo que no se ve no cuenta. Nunca acepte perderse en el anonimato de la multitud o ser sepultado por el olvido. Ponga toda su fuerza en destacarse. Conviértase en un imán que concentre la atención de los demás, mostrándose más atractivo y más misterioso que la gran masa, tímida y anónima.

Ley Nº 7- Logre que otros trabajen por usted, pero no deje nunca de llevarse los laureles
Utilice la inteligencia, los conocimientos y el trabajo físico de otros para promover su propia causa. Ese tipo de ayuda no sólo le permitirá ahorrar mucho tiempo y energía, sino que le conferirá un aura divina de rapidez y eficiencia. A la larga, sus colaboradores serán olvidados y todos lo recordarán a usted. Nunca haga lo que otros pueden hacer por usted.

Ley Nº 8- Haga que la gente vaya hacia usted y, de ser necesario, utilice la carnada más adecuada para lograrlo
Cuando obligue a otro a actuar; deberá ser usted quien en todo momento ejerza el control. Siempre es mejor lograr que su contrincante se acerque a usted y abandone, en este proceso, sus propios planes. Atráigalo con ganancias fabulosas... y después proceda a atacar. Usted tiene todos los ases en la mano.

Ley Nº 9- Gane a través de sus acciones, nunca por medio de argumentos
Cualquier triunfo circunstancial que usted obtenga a través de argumentación verbal en realidad es sólo una victoria pírrica: el resentimiento y la mala voluntad que así genera son más intensos y duraderos que cualquier acuerdo momentáneo que haya logrado. Es mucho más eficaz lograr la coincidencia de otros con la coincidencia de otros con usted a través de sus acciones, sin decir palabra alguna. No explique, demuestre.

Ley Nº 10- Peligro de contagio: evite a los perdedores y los desdichados
La desdicha de los demás puede conducirlo a la muerte: los estados de ánimo son tan contagiosos y tóxicos como una enfermedad infecciosa. Aunque sienta que debe tenderle una mano a alguien que se está hundiendo, lo único que logrará con ello será acelerar su propia caída. A menudo, los perdedores, son los artífices de su propia desgracia y terminan por transmitirla a quien quiere ayudarlos. Evítelos y, en cambio, frecuente a individuos ganadores y felices.

Ley Nº 11- Haga que la gente dependa de usted
Para mantener su independencia, es indispensable que los demás lo quieran y necesiten. Cuanto más confíen y dependan de usted, tanto más libertad usted tendrá. Haga que la gente dependa de usted para lograr su felicidad y prosperidad, y no tendrá nada que temer. Nunca enseñe a los demás lo suficiente como para que puedan arreglárselas sin su ayuda.

Ley Nº 12- Para desarmar a su víctima, utilice la franqueza y la generosidad en forma selectiva
Un gesto sincero y honesto compensará docenas de actitudes dictadas por la hipocresía y la falsedad. El gesto de franca y honesta generosidad hace bajar la guardia aun al individuo más desconfiado. Una vez que su sinceridad selectiva haya abierto una brecha en la armadura del otro, podrá manipularlo y embaucarlo a su antojo. Un obsequio oportuno -especie de caballo de Troya- podrá cumplir el mismo objetivo.

Ley Nº 13- Cuando pida ayuda, no apele a la compasión o a la gratitud de la gente, sino a su egoísmo
Si necesita recurrir a la ayuda de un aliado, no se moleste en recordarle el apoyo que usted le dio en el pasado o sus buenas acciones. Lo pasado se ignora o se olvida. Si, en cambio, al formular su pedido de colaboración, usted muestre elementos que beneficiarán a la otra persona y hace gran hincapié en ellos, su contrincante responderá con entusiasmo a su solicitud, al detectar el beneficio que podría obtener.

Ley Nº 14- Muéstrese como un amigo pero actúe como un espía
Es de fundamental importancia saberlo todo sobre su rival. Utilice espías para reunir información valiosa que le permita mantener siempre una ventaja sobre él. Y mejor aún: haga usted mismo de espía. Aprenda a sondear con cuidado a la gente en corteses encuentros sociales. Formule preguntas indirectas para lograr que el otro revele sus intenciones y sus debilidades. Toda ocasión es buena para ejercer el arte del espionaje.

Ley Nº 15- Aplaste por completo a su enemigo
Empezando por Moisés, todos los grandes líderes de la historia sabían que era necesario aplastar por completo al enemigo al que temían. (En algunas oportunidades aprendieron esta lección a fuerza de golpes). Si se deja encendida una sola brasa, por muy débil que sea, siempre se corre el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio. Se ha perdido más por una aniquilación a medias que por una exterminación total: el enemigo se recuperará y buscará venganza. Destruyalo por completo, no sólo física sino también espiritualmente.

Ley Nº 16- Utilice la ausencia para incrementar el respeto y el honor
Demasiada oferta reduce el precio: cuanto más lo vean y oigan, tanto menos necesario lo considerarán los demás. Si ya ha afirmado su posición dentro de un grupo determinado, un alejamiento temporario hará que hablen más de usted, e incluso que lo admiren. Deberá aprender cuándo alejarse. Recuerde que la escasez de un recurso incrementa su valor.

Ley Nº 17- Mantenga el suspenso. Maneje el arte de lo impredecible
El ser humano es hijo del hábito y tiene una necesidad insaciable de sentirse familiarizado con las actitudes de quienes lo rodean. Si usted se muestra predecible, confiere a los demás la sensación de tener cierto control sobre usted. Invierta los papeles: muéstrese deliberadamente impredecible. Las actitudes que en apariencia carecen de coherencia o propósito desconcertarán a los demás, que se agotarán tratando de explicarse sus movimientos y acciones. Llevada a un extremo, esta estrategia puede intimidar y aterrorizar.

Ley Nº 18- No construya fortalezas para protegerse: el aislamiento es peligroso
El mundo es un sitio peligroso y los enemigos acechan por doquier; todos necesitan protegerse. Una fortaleza se presenta como la alternativa más segura. Pero el aislamiento lo expone más de la que la protege de los peligros que la rodean, ya que la aisla de información valiosa y la destaca como un blanco difícil para los demás. Es mucho más seguro circular, mezclarse entre la gente y buscar aliados. La multitud lo protege de sus enemigos.

Ley Nº 19- Sepa con quién está tratando: no ofenda a la persona equivocada
En el mundo hay muchas clases de personas diferentes, y usted no puede suponer que todos reaccionarán de la misma manera frente a sus estrategias. Hay ciertas personas que, si usted las manipula o engaña, pasarán el resto de su vida procurando vengarse. Serán, desde el momento de la ofensa, lobos con piel de oveja. Elija con cuidado a sus víctimas y a sus contrincantes, y nunca ofenda o engañe a la persona equivocada.

Ley Nº 20- No se comprometa con nadie
Sólo los tontos se apresuran siempre a tomar partido. No se comprometa con ninguna posición o causa, salvo con la suya propia. El hecho de mantener su independencia lo convierte en el amo de los demás. Obtenga beneficios oponiendo a las personas entre sí.

Ley Nº 21- Finja candidez para atrapar a los candidos: muéstrese más tonto que su víctima
A nadie le gusta sentirse más estúpido que los demás. Por lo tanto, el truco consiste en hacer sentir sagaces e inteligentes a sus víctimas y, sobre todo, más sagaces e inteligentes que usted. Una vez que las haya convencido de esto, nunca sospecharán que usted tiene motivaciones ocultas contra ellos.

Ley Nº 22- Utilice la táctica de la capitulación. Transforme la debilidad en poder
Cuando usted sea el más débil, nunca luche simplemente por salvar su honor. Opte, en cambio, por la capitulación. Rendirse le dará tiempo para recuperarse, tiempo para atormentar e irritar al vencedor, tiempo para esperar a que el poder de éste se diluya. No le dé la satisfacción de luchar y ser vencido por él. Capitule antes de ser derrotado. Al volver la otra mejilla, enfurecerá y desconcertará a su contrincante. Convierta la capitulación en un instrumento de poder.

Ley Nº 23- Concentre sus fuerzas
Conserve sus fuerzas y su energía manteniéndolas concentradas en su punto más fuerte. Ganará más descubriendo un rico yacimiento y explotándolo en profundidad, que pasando de un yacimiento pobre a otro: la intensidad siempre triunfa sobre la dispersión. Cuando busque fuentes de poder que puedan promoverlo, procure encontrar siempre el patrón clave único, la vaca lechera que puedan ordeñar durante largo tiempo.

Ley Nº 24- Desempeñe el papel de cortesano perfecto
El cortesano perfecto, adulador e intrigante, prospera y alcanza su plenitud en un mundo en el cual todo gira en tomo del poder y de la habilidad política. Domina a la perfección el arte de la oblicuidad. Adula, se somete a sus superiores y reafirma su poder sobre los demás de la forma más encantadora y graciosamente indirecta y falsa. Aprenda a aplicar las leyes del cortesano, y su ascenso dentro de la corte no conocerá límites.

Ley Nº 25- Procure recrearse permanentemente
No acepte los papeles que la sociedad le ha endilgado. Fórjese una nueva identidad que atraiga la atención y nunca aburra al público. Sea el dueño de su propia imagen, en lugar de permitir que otros la definan por usted. Incorpore elementos dramáticos en sus gestos y acciones públicas, y su poder se verá reforzado y su personalidad crecerá en forma asombrosa.

Ley Nº 26- Mantenga sus manos limpias
Es necesario que, en todo momento, usted aparezca como paradigma de la corrección y la eficiencia. Sus manos nunca se ensuciarán por ilícitos o descuidos. Mantenga esa apariencia impecable, utilizando a otros como testaferros o pantallas para ocultar, cuando sea necesario, su participación personal en hechos de esta índole.

Ley Nº 27- Juegue con la necesidad de la gente de tener fe en algo, para conseguir seguidores incondicionales
La gente tiene una necesidad irrefrenable de creer en algo. Conviértase en el centro focalizador de esa necesidad, ofreciéndoles una causa o una nueva convicción a la que adherir. Formúlela en términos vagos pero pletóricos de promesas. Enfatice el entusiasmo por sobre el pensamiento claro y racional. Dé a sus nuevos discípulos, rituales que realizar y exíjales sacrificios. Ante la ausencia de una religión organizada y grandes causas en las que puedan creer, su nuevo sistema de convicciones le conferirá un poder inaudito.

Ley Nº 28- Sea audaz al entrar en acción
Si se siente inseguro frente a determinado curso de acción, no lo intente. Sus dudas y titubeos se transmitirán a la ejecución del plan. La timidez es sumamente peligrosa; lo mejor es encarar toda acción con audacia. Cualquier error que usted cometa por ser audaz se corregirá con facilidad mediante más audacia. Todo el mundo admira al audaz; nadie honra al timorato.

Ley Nº 29- Planifique sus acciones de principio a fin
Un final brillante constituye el corolario que da énfasis a todo su accionar. Planifique su camino teniendo en cuenta todas las consecuencias posibles, todos los obstáculos y todos los giros del azar que puedan incidir de manera negativa sobre su trabajosa elaboración y otorgar la gloria a otros. Planificar todo un proceso, de principio a fin, evitará que lo abrumen los factores negativos y le permitirá saber con exactitud cuándo detenerse. Maneje la fortuna con cuidado y determine el futuro planificando a largo plazo.

Ley Nº 30- Haga que sus logros parezcan no requerir esfuerzos
Su accionar deberá parecer natural y de fácil ejecución. Toda la práctica y el esfuerzo que usted realice, así como todas las habilidosas artimañas a las que recurra, deberán permanecer ocultos. Cuando actúe, hágalo como si la tarea que tiene entre manos fuese algo de lo más sencillo, como si pudiese hacer todavía mucho más. Evite la tentación de revelar lo mucho que usted trabaja, pues con ello sólo generará cuestionamientos. No le enseñe a nadie sus trucos especiales, o los usarán contra usted.

Ley Nº 31- Controle las opciones: haga que otros jueguen con las cartas que usted reparte
El mejor engaño es aquel que aparenta ofrecer opciones al otro: sus víctimas sienten que controlan la situación. Pero en realidad no son sino títeres en sus hábiles manos. Presente opciones que siempre le sean favorables, independientemente de cuál de ellas elijan los demás. Obligúelos a optar entre el menor de dos males y logre que cualquiera de las dos elecciones resulte a favor de usted. Haga que cualquier alternativa por la que se decidan sus rivales, los perjudique a ellos y lo beneficie a usted.

Ley Nº 32- Juegue con las fantasías de la gente
Muchas veces se evita la verdad porque suele ser dura y desagradable. Nunca recurra a la verdad, ni a la realidad, salvo que esté dispuesto a enfrentar la ira que genera la desilusión. La vida es tan dura y problemática que aquellas personas capaces de inventar ilusiones o conjurar fantasías son como oasis en el desierto: todos van hacia ellas. Apelar a las fantasías de las masas es una fuente inmensa de poder.

Ley Nº 33- Descubra el talón de Aquiles de los demás
Todo individuo tiene un punto débil, una fisura en la muralla que rodea su fortaleza. Por lo general, esa debilidad es algo que le causa inseguridad, o una emoción o una necesidad que lo supera. También puede ser un pequeño placer secreto. Sea lo que fuere, una vez que usted la haya descubierto, esa debilidad se convierte en un elemento de presión que podrá manejar a su antojo y, por su puesto, siempre a su favor.

Ley Nº 34- Actúe como un rey para ser tratado como tal
Su forma de actuar determinará cómo lo tratarán los demás: a la larga, una presencia vulgar o común hará que la gente le pierda el respeto. Porque un rey se respeta a sí mismo e inspira el mismo sentimiento en los demás. Al adoptar una actitud de rey, mostrando confianza en su propio poder, logrará que lo consideren destinado a llevar una corona real sobre la cabeza.

Ley Nº 35- Domine el arte de la oportunidad
Nunca demuestre tener prisa, ya que el apuro delata una falta de control sobre el tiempo y sobre su propio accionar. Muéstrese siempre paciente, como si supiera que, con el tiempo, todos sus deseos se cumplirán. Conviértase en especialista en el arte de detectar el momento propicio para cada cosa. Descubra el espíritu de los tiempos actuales y las tendencias que lo llevarán al poder. Aprenda a mantenerse a la expectativa cuando el momento propicio no haya llegado, y a golpear con fuerza cuando la oportunidad le sea propicia.

Ley Nº 36- Menosprecie las cosas que no puede obtener: ignorarlas es la mejor de las venganzas
Al prestar atención a un problema trivial, lo convierte en real y le confiere importancia. Cuanta más atención le preste a un enemigo, más lo fortalecerá. Y a menudo, un pequeño error se magnifica en el intento de corregirlo. A veces, lo mejor es dejar ciertas cosas por completo de lado. Si hay algo que usted desea pero no puede obtener, menosprecíelo. Cuanto menos interés demuestre, mayor será el nivel de superioridad que verán los demás en usted.

Ley Nº 37- Arme espectáculos imponentes
Una imaginería impactante y gestos simbólicos grandiosos generan aura de poder, ya que ejercen gran atracción sobre todos. Presente espectáculos imponentes para quienes lo rodean, plenos de elementos visuales fascinantes y radiantes simbolismos que enfaticen su presencia. Encandilados por las apariencias, los demás no se darán cuenta de lo que usted está haciendo en realidad.

Ley Nº 38- Piense como quiera, pero compórtese como los demás
Si usted hace ostentación de ir contra la corriente, alardeando acerca de sus ideas poco convencionales y sus actitudes heterodoxas, la gente pensará que usted sólo desea llamar la atención y que desprecia a los demás. Encontrarán la forma de castigarlo por hacerlos sentir inferiores. Es mucho más seguro confundirse con la masa y adoptar un cierto aire "común". Limítese a compartir su originalidad con amigos tolerantes y con aquellas personas de las que está seguro que aprecian su forma de ser diferente y especial.

Ley Nº 39- Revuelva las aguas para asegurarse una buena pesca
La ira y las emociones son estratégicamente contraproducentes. Siempre deberá mantenerse sereno y objetivo, pero si puede enfurecer a sus enemigos mientras usted conserva la calma, obtendrá una ventaja decisiva. Desoriente a sus enemigos: descubra la grieta, a través de la cual pueda sacudirlos y manejarlos.

Ley Nº 40- Menosprecie lo que es gratuito
Todo lo que es gratuito es peligroso, ya que por lo general implica alguna treta o un compromiso oculto. Las cosas que tienen valor valen la pena pagarse. De esta manera, no estará obligado a gratitud alguna, se verá libre de culpa y evitará fraudes y engaños. Lo más inteligente es, a menudo, pagar el precio total. Cuando hablamos de excelencia no hay gangas. Sea generoso con su dinero y hágalo circular, dado que la generosidad es señal e imán de poder.

Ley Nº 41- Evite imitar a los grandes hombres
Lo que se produce por primera vez siempre parece mejor y más original que lo que viene después. Si usted sucede a un gran hombre o tiene padres célebres, deberá lograr el doble para superar la imagen de ese "modelo". No se pierda en la sombra de esos "grandes" ni se quede estancado en un pasado que no es obra suya: encuentre su propia identidad y reafírmela con su accionar diferente. Elimine a ese padre dominante, reniegue de su herencia y gane poder a través de sus propios méritos.

Ley Nº 42- Muerto el perro, se acabó la rabia
Los problemas suelen tener su origen en un solo individuo fuerte: el instigador, el subalterno arrogante, el sembrador de inquinas y resentimientos. Si usted deja espacio para el accionar de este tipo de individuo, otros sucumbirán a la influencia del personaje. No espere a que los problemas que él causa se multipliquen, y no trate de negociar con él, pues es irrecuperable. Neutralice esa influencia, aislándolo o eliminándolo. Recuerde que, muerto el perro, se acabó la rabia.

Ley Nº 43- Trabaje sobre el corazón y la mente de los demás
La coerción provoca una reacción que, con el tiempo, puede actuar contra usted. Es necesario lograr, mediante maniobras de seducción, que los demás se muevan en la dirección que usted desea. Una vez seducida, la persona se convierte en su leal servidor. Y la forma más eficaz de seducir a alguien, consiste en manejar con habilidad las flaquezas y la psicología del individuo. Debilite la resistencia del otro a través de la manipulación de las emociones, jugando con lo que el otro ama y valora, o lo que teme. Si usted ignora el corazón y la mente de los demás, terminarán odiándolo.

Ley Nº 44- Desarme y enfurezca con el efecto espejo
El espejo refleja la realidad pero también es el arma perfecta para el engaño: cuando usted refleja a sus enemigos, haciendo exactamente lo que hacen ellos, sus rivales no lograrán deducir su estrategia. El efecto espejo los burla y humilla, lo cual los lleva a reaccionar en forma desmedida. Al poner un espejo frente a su psique, usted los seduce con la ilusión de que comparte sus valores. Al reflejar sus acciones en un espejo, les enseña una lección. Son muy pocos los que pueden resistirse al poder del efecto espejo.

Ley Nº 45- Predique la necesidad de introducir cambios, pero nunca modifique demasiado a la vez
En teoría, todo el mundo comprende la necesidad del cambio, pero en el nivel cotidiano el ser humano es hijo de la costumbre. Demasiada innovación resulta traumática y conducirá a la rebelión. Si usted es nuevo en una posición de poder, o un tercero que intenta construir una base de poder, haga alarde de respetar la forma tradicional de hacer las cosas. Si se impone un cambio necesario, hágalo aparecer como una leve modificación positiva del pasado.

Ley Nº 46- Nunca se muestre demasiado perfecto
Siempre es peligroso mostrarse superior a los demás, pero lo más peligroso de todo es parecer libre de toda falla o debilidad. La envidia genera enemigos silenciosos. Lo inteligente es poner de manifiesto, de vez en cuando, sus defectos y admitir vicios inofensivos, a fin de desviar la envidia y parecer más humano y accesible. Sólo los dioses y los muertos pueden parecer perfectos impunemente.

Ley Nº 47- No vaya mas allá de su objetivo original; al triunfar, aprenda cuándo detenerse
El momento del triunfo es a menudo el momento de mayor peligro. En el fragor de la victoria, la arrogancia y un exceso de confianza en sus fuerzas pueden llegar a impulsarlo más allá de la meta que se había propuesto en un principio, y al ir demasiado lejos, serán más los enemigos que le creará que los que logre vencer. No permita que el éxito se le suba a la cabeza. No hay nada como la estrategia y la planificación cuidadosa. Fíjese un objetivo y, cuando lo alcance, deténgase.

Ley Nº 48- Sea cambiante en su forma
Al adoptar una forma definida y tener un plan claro para todo el mundo, usted se convertirá en el blanco de ataques diversos. En lugar de brindar a sus enemigos algo concreto que atacar, manténgase flexible, adaptable y en movimiento. Acepte el hecho de que nada es absoluto y de que no existen leyes fijas. La mejor manera de protegerse es mantenerse tan fluido y amorfo como el agua. Nunca apueste a la estabilidad ni a un orden perdurable. Todo cambia.

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